lunes, 26 de enero de 2009

EL EJEMPLO





Este pasado viernes, los hermanos de La Salle de Teruel, junto con los profesores, homenajeaban y celebraban la jubilación de dos de sus compañeros, Manolo y Jesús, Jesús y Manolo.


Dos vidas plenas, confluyentes y a la vez paralelas. Dos hombres de familia, maestros ambos que hicieron de la enseñanza y del magisterio su vida. Toda una vida dedicada a iluminar el futuro de las generaciones emergentes y a los ideales lasalianos.


El viernes, tras toda una vida en las aulas recibieron un merecido homenaje.


Allí se dijeron muchas cosas, sus conocidos resaltaron su profesionalidad, su humanidad, su dedicación y su sentido del humor. No fueron palabras vanas, sino todo lo contrario, cargadas de reconocimiento y cariño, por toda una trayectoria de coherencia y dedicación.


Memorable el semblante paralelo de ambas vidas que leyó mi madre (ella es la siguiente en jubilarse, así que le correspondía la palabra por varios motivos), me puso un nudo en la garganta que fue difícil desatar, aún tragando saliva profusamente.


Mi padre toda una vida relacionada con La Salle, primero como alumno, en la congregación mariana, en la cofradía de Semana Santa y después dando clase, si no recuerdo mal desde el año 1962.


Igual que el padre de Juan Manuel de Prada, mi padre, viene de una familia humilde, con cinco hermanos, sin contar con los que no llegaron a edad adulta, sufriendo en su figura de niño, la dureza y privaciones de la postguerra.


Si en algo destacó siempre fue en su dedicación a los libros, siempre estudioso y aplicado.


En el colegio La Salle de Teruel, siempre dedico más tiempo que el que indicaba su horario lectivo, pues durante muchísimos años fue responsable de la sala de estudio de los internos, y si no de la guardería, y si no del comedor, y si no de la pastoral, además de tener desde 1983 puestos de dirección.


Fueron emocionantes las palabras que nos dirigieron los homenajeados, pero a mi me gustaron especialmente las de mi padre...comentó que había habido días de todos los colores, negros, grises, rojos, verdes...que ahora se dedicaba a otros menesteres, pero que La Salle siempre sería su casa y ellos su gente. Que se había sentido apoyado y que les importaba como persona cuando le preguntaban por sus hijos y por sus nietos... un nuevo nudo en la garganta...


¡Qué decir! ...un profesional ejemplar, una persona ejemplar, un padre ejemplar...

Yo me siento acompañado también por la luz que emana de su ejemplo, es un faro que señala el recto camino, su luz me guía y acompaña sin deslumbrar, sin cegar, pero cálida y confortable, impertubable sea cual sea el estado del mar que nos rodea, nos indica el camino de vuelta a casa, con los míos.

Mi guía, mi luz, mi ejemplo... ¡mi padre!

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