sábado, 27 de noviembre de 2010

De nuevo por El Burgo.












Estos tres últimos fines de semana, hemos estado de nuevo por El Burgo y han quedado algunas instantáneas que traigo por aquí.

Este fin de semana, misión de la 101, y en breve los preparativos de Las Bodas de Isabel.

En la web de la Fundación, ya podéis encontrar los diferentes llamientos para el casting de la representación de la leyenda y los diferentes concursos.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El sanador de caballos.




El libro me lo recomendó una prima mía, la cual me dijo que le había gustado mucho y que le había resultado curioso que saliera el linaje de los Fernandez Azagra, tan vinculados a la ciudad de Teruel, siendo navarro su origen.
Así que en cuanto pude me puse a la tarea de leer este libro.
Mi prima tenía razón, es muy entretenido y muchas más cosas.
Es un marco histórico perfectamente dibujado, donde se mueve a sus anchas el personaje central, Diego de Malagón, para más señas.
Es un sentido homenaje del autor hacia su padre y sus consejos vitales.
Es un estudio histórico de la profesión y vocación de veterinario.
Es una historia entretenida y vigorosa.
Y es de nuevo una referencia a la batalla de Las Navas de Tolosa, que hace de crisol del destino final de los diferentes personajes que navegan entre sus páginas.
En definitiva muy recomendable y una más de las historias que nos devuelven a ese escenario de las Navas y al incipente siglo XIII.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Weyler, ese pequeño, gran hombre.


Es el pequeño de la derecha, a la izquierda está Primo de Rivera, con el que no se llevaba muy bien.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La 101 en Holanda.


Esta foto está tomada en Holanda, donde la 101 sufrió de lo lindo.

En breve, la sección de la Asociación Defensores que recrea la compañía Easy de la 101, tendrá de nuevo una misión que cumplir, seguiremos informando.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Legislación de armas en España

Cuantas veces hemos comentado las licencias necesarias para llevar un arco o para tener una ballesta. Que si las ballestas eran armas prohibidas o no, y demás disquisiciones.
Así que para clarificar algo más todo esto, esta entradita que aclara algunas de las dudas suscitadas.
LEGISLACIÓN DE ARMAS EN ESPAÑA

Según la legislación vigente, las ballestas en España están consideradas como ARMAS, por tanto para poseer una de forma legal es necesario tener una licencia de armas de tipo E.

La Ley de Armas clasifica a las BALLESTAS en las de SÉPTIMA CATEGORÍA, apartado 2 (7.2), mientras que los ARCOS están clasificados en la SÉPTIMA CATEGORÍA, apartado 5 (7.5).

¿Cuál es la diferencia?:
Pues que mientras para los arcos no se necesita poseer licencia de armas (se recomienda estar federado), para las ballestas exige tener la misma licencia que para las armas de calibre 12 (escopetas), la de TIPO E . Cada arma de esta categoría debe poseer su correspondiente GUÍA, que, al igual que la licencia, se renueva cada 5 años. Las ballestas se encuentran jurídicamente asimiladas a escopetas (quiere decir que se les da el mismo tratamiento).
En caso de dudas puedes consultar la legislación vigente en las páginas de la Guardia Civil o el Ministerio del Interior.
También puedes recopilar la documentación con los requisitos para la obtención de la licencia de armas, número de armas permitidas, ...
A continuación tienes un resumen de la ley de armas en las que aparecen las distintas categorías, (en la ley completa aparecen otros apartados que pueden ser de interés pero demasiado extensos para esta entrada...).

CLASIFICACIÓN DE LAS ARMAS

Las armas reglamentarias se dividen en las siguientes categorías:

PRIMERA CATEGORÍA
- Armas de fuego cortas: Comprende las pistolas y revólveres.

SEGUNDA CATEGORÍA
1.- Armas de fuego largas para vigilancia y guardería: son las armas largas que reglamentariamente se determinen por Orden del Ministerio del Interior mediante decisión adoptada a propuesta o de conformidad con el mismo, como específicas para desempeñar funciones de vigilancia y guardería.
2.- Armas de fuego largas y rayadas: comprenden aquellas armas utilizables para caza mayor. También los cañones estríados adaptables a escopetas de caza, con recámara para cartuchos metálicos, siempre que, en ambos supuestos, no estén clasificadas como armas de guerra.

TERCERA CATEGORÍA
1.- Armas de fuego largas rayadas para tipo deportivo, de calibre 5,6 milímetros (22 americano), de percusión anular, bien sean de un disparo, bien de repetición o semiautomáticas.
2.- Escopetas y demás armas de fuego largas de ánima lisa, o que tengan cañón con rayas para facilitar el plomeo, que los bancos de pruebas reconocidos hayan marcado con punzón de escopeta de caza, no incluidas entre las armas de guerra.
3.- Armas accionadas por aire u otro gas comprimido, sean lisas o rayadas, siempre que la energía cinética del proyectil en boca exceda de 24.2 julios.

CUARTA CATEGORÍA
1.- Carabinas y pistolas, de tiro semiautomático y de repetición, y revólveres de doble acción simple, accionadas por aire u otro gas comprimido no asimiladas a escopetas.
2.- Carabinas y pistolas, de ánima lisa o rayadas, y de un solo tiro, y revólveres de acción simple, accionadas por aire u otro gas comprimido no asimiladas a escopetas.

QUINTA CATEGORÍA
1.- Las armas blancas y en general las de hoja cortante o punzante no prohibidas. Los cuchillos o machetes usados por unidades militares o que sean imitación de los mismos.

SEXTA CATEGORÍA
1.- Armas de fuego antiguas o históricas, sus reproducciones y asimiladas, conservadas en museos autorizados por el Ministerio de Defensa, si son dependientes de cualquiera de los tres Ejércitos, y por el Ministerio del Interior, en los restantes casos.
2.- Las armas de fuego cuyo modelo o cuyo año de fabricación sean anteriores al 1/1/1870, y las reproducciones o réplicas de las mismas, a menos que puedan disparar municiones destinadas a armas de guerra o armas prohibidas.
La antigüedad será fijada por el Ministerio de Defensa, que aprobará los prototipos o copias de los originales, comunicándolo a la Dirección General de la Guardia Civil.
3.- Las restantes armas de fuego que se conserven por su carácter histórico o artístico, dando cumplimiento a lo prevenido en los artículos 107 y 108 del Reglamento de Armas.
4.- En general, las armas de avancarga.

SÉPTIMA CATEGORÍA
1.- Armas de inyección anestésica capaces de lanzar proyectiles que faciliten la captura o control de animales, anestesiándolos a distancia durante algún tiempo.
2.- Las ballestas.
3.- Las armas para lanzar cabos y el lanzador de ayudas.
4.- Las armas de sistema "Flobert".
5.- Los arcos, las armas para lanzar líneas de pesca y los fusiles de pesca submarina que sirvan para disparar flechas o arpones, eficaces para la pesca y para otros fines deportivos.
6.- Los revólveres o pistolas detonadoras y las pistolas lanzabengalas.
En cuanto a las LICENCIAS para los distintos tipos de armas la normativa dice: Nadie podrá llevar ni poseer armas de fuego en territorio español sin disponer de la correspondiente autorización expedida por los órganos administrativos a quienes el R.A. atribuye tal competencia. La tenencia y el uso de las armas de las categorías 1.ª, 2.ª, 3.ª, y 7ª.2 y 3, precisará de licencia de armas.

CLASES DE LICENCIAS.

Licencia de armas "A".
Personal: Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y Servicio de Vigilancia Aduanera (artículo 114 R.A.). Autoridad concesión: La que expide la tarjeta de identidad profesional. Vigencia: Durante servicio activo o disponible (artículo 114 R.A.). Armas que ampara: Categorías 1ª, 2ª.2, 3ª, 6ª y 7ª.2,3 y 4. Otras consideraciones: Esta licencia tiene la eficacia de las licencia B, D, E, F y la Autorización Especial (AE).

Licencia de armas "B".
Personal: Particulares Autoridad concesión: Director General Guardia Civil. (Subdirector General de Operaciones por delegación). Vigencia: Tres años, debiendo ser visadas bienal y anualmente para los mayores de 60 años y 70 años respectivamente. Armas que ampara: Un arma de la 1ª Categoría. Otras consideraciones: Licencias para defensa personal, teniendo las mismas carácter restrictivo.

Licencia de armas "C".
Personal: Vigilantes de Seguridad (artº 121 R.A.). Autoridad concesión: Director General Guardia Civil (Jefes de Comandancia por delegación). Vigencia: Tiempo prestación servicio, debiendo actualizar el documento con fotografía cada 5 años. Armas que ampara: Armas de la 1ª, 2ª.1 y 3ª.2. categorías. Otras consideraciones: Las armas son guiadas a nombre de la Empresa y su número es proporcional al número de vigilantes con licencia "C". Las armas sólo podrán ser empleadas en los servicios de seguridad o funciones para las que fueron concedidas.

Licencia de armas "D".
Personal: Para Caza mayor. Autoridad concesión: Director General Guardia Civil (Jefes de Zona por delegación). Vigencia: 5 años, debiendo ser visadas bienal y anualmente para los mayores de 60 años y 70 años respectivamente. Armas que ampara: Hasta 5 armas de la 2ª.2., categoría Otras consideraciones: Las armas deberán ser guardadas bien en los propios domicilios de los titulares en cajas fuertes o cámaras acorazadas (Resolución de la DGGC, de 26/11/98), o en locales de empresas o entidades especializadas en la custodia de armas (artº 100 R.A.).

Licencia de armas "E".
Personal: Para Caza menor. Autoridad concesión: Delegados/Subdelegados Gobierno (Jefes de Comandancia por delegación). Vigencia: 5 años. debiendo ser visadas bienal y anualmente para los mayores de 60 años y 70 años respectivamente. Armas que ampara: Categoría 3ª.1 máximo de 6, categoría 3ª.2 máximo 6, categoría 3ª.3 máximo 12, categoría 7ª.2 máximo 12 y categoría 7ª.3 máximo 12. Siempre el número total de armas que posea no puede ser superior a 12 armas. Otras consideraciones: Las licencias de armas de fuego para lanzar cabos serán expedidas por los Gobernadores Civiles, previo informe de los Comandantes de Marina.

Licencia de armas "F".
Personal: Para socios de las Federaciones deportivas. Autoridad concesión: Director General Guardia Civil. (Subdirector General de Operaciones por delegación). Vigencia: 3 años. Armas que ampara: Hasta un máximo de 10 armas de las denominadas de concurso (Orden Ministerial de 2 de marzo de 1995) (Tirador de 3ª un arma, tirador de 2ª máximo 6 y tirador de 1ª máximo 10. Otras consideraciones: Sólo podrán portarse para ser utilizadas en los campos, polígonos o galerías de tiro autorizados. Las armas deberán guardarse desactivadas en los domicilios de los titulares, (Resolución de la DGGC de 26/11/98), o en los locales de las Federaciones.(Art. 133 R.A.).
Autorización Especial (AE).
Personal: Particulares. Autoridad concesión: Delegados/Subdelegados Gobierno (Jefes de Comandancia por delegación). Vigencia: 5 años. Armas que ampara: 6ª y 7ª.4., categorías, sin límite en cuanto al número de armas. . Otras consideraciones: Solo podrán utilizarse en los campos, polígonos o galerías de tiro de concurso y terrenos cinegéticos controlados para prácticas y competiciones. Las de sistema "Flobert" podrán además, ser utilizadas en puestos de tiro al blanco especialmente autorizados para estas armas.
Libro de Coleccionistas (L).
Personal: Particulares. Autoridad concesión: Director General de la Guardia Civil (Subdirector General de Operaciones por delegación). Vigencia: Indefinida. Armas que ampara: 6ª y 7ª.4., categorías, sin límite en cuanto al número de armas. . Otras consideraciones: Estas armas no pueden ser utilizadas para hacer fuego.
Autorización Especial de uso de armas para Menores (AEM)
Personal: Menores (de 14 a 18 años) Autoridad concesión: Director General de la Guardia Civil. (por delegación Jefes de Comandancia). Vigencia: Hasta su mayoría de edad. Armas que ampara: Solo utilizar (no poseer) armas de la 2ª.2 ó 3ª categorías, acompañado de un poseedor de licencia D, E o F. Otras consideraciones: Los titulares de esta autorización sólo podrán utilizar estas armas para caza o competiciones deportivas "JÚNIOR", acompañados de una persona mayor de edad con licencia D, E, o F, que se hayan comprometido a acompañarlos y vigilados en cada cacería o acto deportivo.(Art. 109.1, del R.A.) Sólo se podrá poseer una única licencia o autorización de arma de cada clase de las descritas anteriormente por titular.
También se podrá autorizar la posesión en el propio domicilio, (Sin necesidad de disponer de licencias o autorizaciones antes descritas), de una arma de fuego corta o larga de las no prohibidas a particulares, acreditando su especial valor histórico o artístico, o dos armas de avancarga, documentadas con las correspondientes guías de pertenencia, previa aportación del informe de aptitudes psicofísica. (Art. 107.e)., R.A.).
Si al vencimiento del plazo de validez de la licencia o autorización no se hubiera solicitado una nueva, o hubiera sido denegada su concesión, deberá depositar el arma o armas que ampare en la Intervención de Armas correspondiente a su domicilio; en caso contrario, esta conducta podría estar incursa en el artículo 564 del vigente Código Penal, aprobado por Ley Orgánica10/95, de 23 de noviembre, publicado en el Boletín Oficial del Estado número 281, de fecha 24 de noviembre de 1995.

viernes, 12 de noviembre de 2010

MILICIAS CONCEJILES.



"La presencia y participación activa de las milicias concejiles en la Reconquista fue un proceso lento y de prolongada maduración desde los primeros momentos de la lucha contra el invasor musulmán. Su pleno desarrollo no tuvo lugar hasta el siglo XII, con la profusión de Fueros municipales y Cartas-pueblas. Las milicias concejiles surgieron estimuladas y amparadas por los soberanos de los distintos reinos, como oposición al poder de los Nobles, que inevitablemente disminuía el poder Real. De esta forma se imponían a los concejos, dependiendo de los distintos fueros, a unas determinadas obligaciones, siendo un denominador común a todos ellos, el velar por el cumplimiento extricto de cada vecino de sus deberes militares, separados de las otras organizaciones militares que se formaron como las mesnadas, ordenes militares, agrupaciones mercenaria...etc.


La composición de las fuerzas estarán fijadas por los diferentes fueros promulgados, que sin entrar en detalle podemos nombrar;:


Jaca año 1062


Sepúlveda año 1074


Nájera año 1076


Molina año 1153


Uclés año 1179


Larraga año 1180


San Sebastián año 1180


Castroverde año 1201


Cáceres año 1229


Córdoba año 1241


El deber general de servir con las armas, común a todos los súbditos, fue recordado por Bermudo II aludiendo a las leyes de Wamba. Repetido en el Fuero de León (1020) y aceptado como obligación o precepto, fue concretándose poco a poco tanto en las grandes leyes de los distintos reinos como los mencionados fueros. Sin embargo, fue en tiempos de Alfonso VIII de Castilla cuando adquirieron su mayor desarrollo y reglamentación con los Fueros de Cuenca (1180) y de Nájera (1020). Aunque lo más llamativo de la aportación de las milicias de los concejos puede estar con su presencia en las Batallas de Alarcos (1195) y las Navas de Tolosa (1212), su mérito estuvo en su capacidad para resistir la presión musulmana en las fronteras y no en las grandes acciones bélicas. Esto no quiere decir que en ocasiones no emprendieran también operaciones de cierta envergadura, como las de los grandes municipios de Extremadura y la Transierra bajo el mando del Princeps Militae Toletanae o Alcaide Toledano, sino que, exceptuando las invasiones africanas, fueron ellas los protagonistas, junto con las Ordenes militares, de la guerra de frontera, inmediata y constante, que sirvió de trasfondo a las grandes batallas campales de la Reconquista.

Las huestes de los concejos se repartían en Collaciones o Parroquias. Para algunos autores estas divisiones eran agrupaciones mixtas de jinetes y peones, variables según el número y clase social de los vecinos de cada barrio.


La Collación consistía, a lo que parece, en una subdivisión territorial de la ciudad medieval, que se correspondía en cierto modo con la comunidad parroquial. A efectos de la constitución guerrera de la hueste concejil, es ésta la más patente en los fueros municipales con exclusión de otras (barrios, sexmos, etc.). La otra, por lo que se deduce de los mismos, es la forma de combatir a pie o a caballo, aunque las referencias no son demasiado claras. Aparecerán posteriormante con Alfonso XI diferenciaciones claras entre " vasallos reales " y " caballeros de cuantía ", sirviendo los primeros al rey por una soldada que se les pagaba en tierras o en dinero y cuya cantidad era conocida como " libramiento ", mientras que en el segundo caso se conoce la obligación de la defensa de las fronteras a base de una milicia que el Rey pudiera mandar cuando lo necesitase, unida a sus vasallos. Es muy posible que a partir del siglo XII hubiese también alguna diferencia entre vecinos y aldeanos basada en las distinciones jurídicas y económicas de los habitantes. En cualquier caso, lo que sí resulta evidente es que en estas milicias habían jinetes y peones y que estos últimos existían ya en el siglo XI. Acompañaban a la hueste concejil cirujanos, encargados de la cura de hombres y ganado. Del mismo modo, existían guardadores cuya misión consistía en custodiar el ganado capturado y otros hombres a quienes se les encomendaba la vigilancia de los prisioneros.

Con el progreso de la Reconquista desde el Duero al Tajo, el avance a Cuenca a finales del siglo XII y el posterior a Extremadura, la Mancha, el valle del Guadalquivir y Murcia en el siglo XIII, surgieron una gran cantidad de concejos de realengo. Densamente poblados, tuvieron fuerza suficiente para aventurarse en expediciones en territorio musulmán y participar activamente en la política castellana. Su apoyo a Fernando III es de sobra conocido y de la misma manera su poco menos que incondicional fidelidad a los monarcas castellanos.

Estos pobladores de las ciudades y villas, organizados en concejos libres, iban a la guerra bajo el mando de sus Tenentes o Adalides. Su presencia en el fonsado o hueste podía tener lugar a las órdenes del rey o de un conde o mayorino. Sin embargo, a esta hueste correspondía en sus primeros años, cuando todavía los concejos no estuvieron totalmente organizados, estar a las órdenes del Dominus Villae o de los Tenentes, tratándose de milicias de realengo. Más adelante, el mando sí debió corresponder al juez o a los magistrados.

Los distintos grupos en que se dividía la milicia estaban dirigidas por los Cuadrilleros, pero su función estaba relacionada con el reparto del botín más que con el mando puramente militar. Los Adalides debieron ser, por otra parte, más bien guías conocedores del terreno, en particular del enemigo, y por ello de gran utilidad en las expediciones fuera de los alrededores del municipio. Su importancia, por tanto, no parece haber sido tan grande como las que se les ha atribuido y que se reflejan en las Partidas (II. 22. 1 y 4). Sin embargo, existen testimonios de que los jueces, sobre todo entrada ya la baja Edad Media, debieron reservarse el mando jurisdiccional de las milicias y relegar el de las operaciones a los Capitanes o Alféreces del concejo, que serían ya hombres expertos en los asuntos guerreros. De todos modos, lo cierto es que las Cortes de Burgos (1430) y de Zamora (1432) pidieron al rey Juan II que sus Capitanes y Alféreces tomasen el mando de sus milicias, en lo que parece exteriorizarse el deseo de los concejos de caer bajo la protección real para escapar de la influencia de los grandes señores.

El auge de las milicias concejiles coincidió con la aparición de los concejos en el siglo X, como consecuencia de la repoblación de las zonas fronterizas, llegando a su apogeo en el siglo siguiente. Es en éste que aparecen la mayoría de los fueros y se regula exhaustivamente la obligación militar de los habitantes de los municipios. Aunque ha sido puesta en duda la eficacia de las milicias concejiles como organización militar, no debe olvidarse que el enemigo a quien normalmente debían hacer frente tampoco debía tener mejor organización. En principio, parece admitirse que sus peones eran superiores a los de los musulmanes, y su caballería, la villana o popular, si bien menos maniobrera era en cambio más sólida.

El gran papel histórico de los concejos durante la Reconquista fue el de servir de contención a la amenaza musulmana, conservando las conquistas en la dura y constante guerra fronteriza. Si su fuerza no era suficiente en los momentos de las grandes invasiones es decir, ante los almorávides y almohades, tampoco era ese su fin. En cualquier caso, los concejos llegaron con el tiempo a desnaturalizar su cometido, acercándose aun pseudofeudalismo de carácter colectivo. Consiguieron poseer castillos e incluso pueblos de realengo como tenencias reales. En ocasiones llegaron también a realizar expediciones en el interior del AI-Andalus, por ejemplo, el de Avila, y también los de Toledo, Salamanca y otros sin otro fin que el botín. Si bien apoyaron a la Corona y la defendieron en los momentos difíciles de su lucha contra los grandes señores, en el siglo XIV son los reyes quienes terminan aboliendo fueros, derogando exenciones y atribuyéndose el mando de las milicias, aprovechando el robustecimiento de la autoridad de la monarquía.


Datos de " Historia del Ejército español " S.H.M.y Organización Militar en los Siglos XV y XVI ( II Jornadas Nacionales de H.M.) "

jueves, 11 de noviembre de 2010

Breve semblanza del Cid.



Semblanza del Cid:

Héroe patrio por excelencia, icono, entre otros, del franquismo, mucho se ha escrito sobre él.

El nuevo revisionismo impenitente de la historia, abre el debate de si héroe o villano, o si el mito del Cid tan manido era falso o sólo una proyección del antíguo régimen dictatorial, el Cid histórico, el del Cantar de Gesta, dechado de virtudes o de vicios.

No entraré en esa discusión, pero si quería traer una breve semblanza, a modo de pincelada, así que ahí queda:

Vio la luz hacia el 1.043 en Vivar, una pequeña aldea localizada a unos nueve kilómetros de la ciudad de Burgos. Su padre, Diego Laínez, era un famoso hidalgo de la época que había conseguido para Castilla las fortalezas de Ubierna, Urbel y la Piedra. Por tanto, Rodrigo nace en el seno de una familia de la nobleza menor castellana.
Don Diego se encontraba al servicio del infante don Sancho, primogénito del rey Fernando I de Castilla. El joven Rodrigo va creciendo rodeado por las situaciones que caracterizaban a un reino cuajado de intrigas y, muy pronto, goza de las simpatías del infante Sancho.
En 1.062, sin haber cumplido los diecinueve años, Rodrigo es alzado a la categoría de caballero. Desde entonces, su brazo y su espada servirán con absoluta lealtad a quien sería proclamado tres años más tarde rey de Castillas por fallecimiento del gran monarca Fernado I, el Magno.
En 1.066, el rey de Castilla nombra a Rodrigo Díaz de Vivar portaestandarte de los ejércitos castellanos, es decir, desde entonces don Rodrigo será alférez de Castilla, o lo que es lo mismo, jefe principal de la tropa. Fue en estos años cuando el nuevo abanderado de las huestes de castellanas se ganó a pulso el apelativo de “Campeador”. El sitio donde seguramente se hizo merecedor de este título fue en la guerra llamada de “los tres Sanchos”, que Castilla libraba por tierras aragonesas y navarras con el fin de asegurar sus fronteras del Este. En esos lugares don Rodrigo manejó con tanto ardor las armas que sus soldados le denominaron “campi docto” (maestro de armas en el campo de batalla).
Tras la brumosa muerte del rey Sancho a manos del caballero Bellido Dolfos durante el sitio de Zamora en 1.072, don Rodrigo se pone al servicio del nuevo monarca Alfonso VI tras hacerle jurar en la iglesia burgalesa de San Gadea que nada tuvo que ver en la muerte de su hermano Sancho II.
El desconfiado Alfonso VI nunca mantuvo buenas relaciones con don Rodrigo; la humillante jura de San Gadea y otros escenarios poco venturosos provocaron dos exilios para el Cid Campeador. En ambas ocasiones al burgalés no le quedó más remedio que ofrecerse como soldado de fortuna al mejor postor, situación que no enturbio su fama, más bien la acrecentó.
En 1.085 las tropas de Alfonso VI tomaban Toledo y los musulmanes movidos por la desesperación llamaban a sus hermanos africanos en busca de ayuda; ya nada sería igual en el Al-Andalus. Un año más tarde todo estalló con la entrada fulminante de los almorávides, norteafricanos fundamentalistas liderados por Yusuf.

Fotografía sacada de este enlace.

Entre tanto movimiento destaca la figura de don Rodrigo Díaz de Vivar, que estaría a la altura de tan tremendas exigencias históricas, pues pasó de ser héroe a villano sin perder su compostura caballeresca; de alférez a mercenario, sin olvidar la lealtad hacia su Rey, acudiendo a las llamadas de éste siempre que fuera necesario, olvidando rencillas y desaires pasados.
Combatiendo como mercenario al servicio de la taifa zaragozana se ganó a pulso el apelativo de “Sidi” (Señor), al conseguir la victoria en más de cien combates durante cinco años. Tras esto dirigió sus tropas hacia Valencia, ciudad que conquistó en 1.094.
Desde la ciudad del Turia la alargada sombra del Cid se extendió por todo el levante hispano. Finalmente se reconcilió con su querido rey Alfonso VI y pudo ver como sus hijas, Cristina y María, se unían a los linajes reales de Navarra y Barcelona. En 1.099 contrajo unas mortíferas fiebres que le arrebataron la vida a los 56 años de edad.
Alfonso VI unificó definitivamente el reino de su padre Fernando, lo ensanchó por toda la Península Ibérica y únicamente el poder almorávide fue capaz de frenar una total conquista del Al-Andalus a cargo de los castellanos. Finalizaba el siglo XI con una Castillas más fuerte que nunca, un Aragón en expansión, Navarra menguada por el avance de los anteriores y los Condados catalanes permaneciendo a la expectativa.
La ciudad de Teruel no se creará hasta 1.174 por Alfonso II, el Casto, rey de Aragón, hijo de Ramón Berenguer IV y doña Petronila, pero esa, esa, es otra historia.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Valeriano Weyler.


Creo que ya he comentado en alguna ocasión, que hay tres figuras de la historia de España que me tiene completamente entregado. Los tres militares, los tres de gran carácter y los tres dejaron su impronta en la piel de toro: Prim, Cabrera y Weyler.
De los dos primero ya hemos hablado algo por aquí, le tocaba el turno a Valeriano Weyler.
Hombre de una tremenda vitalidad y fortaleza, a pesar de su escasa estatura y corpulencia. Mallorquín, de él se cuentan múltiples anécdotas, excéntrico, mujeriego, gran jinete, afortunado, polémico, en fin todo un personaje.
Para acercarnos a su biografía, estas líneas encontradas en esta web, la pena es que no hacen referencia a la fuente original.
Desde luego un artículo muy favorable a Weyler, pues en según que entornos lo consideran un carnicero, postura de la que discrepo, acercándome más a la visión de él que se da a continuación.
Lo más nototio de él su capacidad de gran estratega, de hecho sus técticas de combate en la manigua se estudiaban y estudian en West Point y en otros muchos centros militares, y en la guerra de Vietnan, visto la incapacidad de los americanos de hacerse con el control, aplicaron fielmente la estrategia de Weyler, casi 100 años después.


Valeriano Weyler y Nicolau (Palma de Mallorca 1838-Madrid 1930).



Marqués de Tenerife y duque de Rubí. Capitán de estado mayor (1861).



estuvo en Cuba en 1863 y en la campaña de Santo Domingo ganó la laureada de San Fernando (1863). De nuevo marchó a Cuba al mando de un escuadrón de voluntarios (1868). Regresó a España al proclamarse la primera república y luchando contra los carlistas, venció a Santés (dic.1863). En un principio se mostró reacio a la Restauración, pero ascendió a teniente general y fue capitán general de Canarias (1878-1883) y de Filipinas (1888-1893); aquí apoyó a las órdenes religiosas e intentó una política de total asimilación. Marchó a Barcelona para reprimir el terrorismo (dic.1893).



Tácticas extremas de guerra en Cuba:



Fracasada la política de reconciliación de Martínez Campos, Cánovas le eligió para someter la insurrección (1896). Empleó una táctica de guerra total: organizó campos de concentración para los campesinos, destruyó los edificios que pudieran servir de refugio a los sublevados, prohibió la zafra, etc. Los norteamericanos le dieron entonces los calificativos de "carnicero" y "tigre de Manigua".


Sobre el general Weyler se tejió una leyenda negra que ha llegado a nuestros días. Fue un militar íntegro que enviaron a Cuba a su pesar, para que ganara la guerra. Si dura fue su actuación, más dura fue la de los insurrectos.


Relata el propio Weyler un suceso de 1870. Enterado el mando español de que dos compañías habían sido aniquiladas a machetazos por los insurrectos, le ordenaron acudir al lugar de los hechos: 'Pude recoger todavía algunos soldados con vida. Entre aquel montón de sangrientos despojos humanos, un cadáver, en actitud de parar con el brazo un machetazo en la cabeza, tenía el corte en la frente , y la mano segada; el gesto de terror impreso en su rostro era tan intenso que no se ha borrado nunca de mi memoria'.


Sus procedimientos guerreros, concentración de poblaciones en lugares determinados, las trochas y otras innovaciones , las llevaron exactamente igual a cabo los norteamericanos en su guerra de Secesión, en la I Guerra Mundial, en Corea y en Vietnam.


Entre 1896 y 1897 cayó sobre Weyler la primera campaña periodística de la historia; una obra maestra de William Hearst, el inventor de la prensa amarilla y de la calumnia rentable.


Pese a haber alcanzado algunos éxitos militares, su política cerró el paso a la negociación y facilitó la intervención de EEUU.


Muerto Cánovas, Sagasta le destituyó (oct.1897). Desempeñó después el cargo de ministro de Guerra (1901-1905, 1907), y, de nuevo capitán general de Cataluña, dirigió los sucesos de la Semana trágica de 1909. Publicó entonces Mi mando en Cuba (5 vols., 1910-1911).


En 1910 ascendió a capitán general y en 1920 fue nombrado duque de Rubí y grande de España. Se opuso al golpe de estado de Primo de Rivera y hubo de dimitir de la jefatura del estado mayor (1925). Intervino en la 'sanjuanada' (1927) y en 1930, presionó al rey para que destituyese al dictador.


Interpretaciones históricas enfrentadas .



Weyler ha sido injustamente tratado y preterido por alguna crítica histórica a lo que no fue ajena la prensa amarilla norteamericana de la época. A Weyler hay que juzgarlo sólo como militar y, por lo tanto, no se le pueden imputar los errores cometidos por los dirigentes políticos de la Restauración. Weyler perteneció al ejército desde 1853 hasta 1930 y jamás se sublevó contra los gobiernos legalmente constituidos, a pesar de haber sido cortejado y tentado por conservadores, liberales, republicanos y carlistas.
Como oficial formado políticamente durante el sexenio revolucionario, se opuso a la sublevación de Martínez Campos y marchó sobre Sagunto con su división para reducirlo. Y cuando el Gobierno le preguntó si mantenía su lealtad, respondió con un rotundo "¡por supuesto!", lo mismo que respondió cuando, medio siglo después, se opuso al golpe de Primo de Rivera, al que criticó, igual que al Rey, por haber faltado a sus deberes constitucionales. Siempre que se le intentaba seducir políticamente, contestaba lo mismo:"¡Los militares, a los cuarteles!".
Weyler fue, pues, ante todo, un militar de los pies a la cabeza, de ejemplar trayectoria liberal y democrática.
Como buen conocedor de la realidad de Cuba, era consciente de que su independencia era inevitable, por lo que, al igual que hiciera el general Polavieja al comienzo de la década de 1890, abogaba por una solución reformista que permitiera conceder la autonomía a la isla sin perjuicio para los intereses y el prestigio de España. Creía que los cubanos tenían derecho a las reformas políticas prometidas en la Paz de Zanjón y que la proximidad de los mercados norteamericanos imponía la libertad para comerciar, mientras que los sucesivos gobiernos españoles habían estado atentos a los negocios en Cuba y jamás a las necesidades y derechos de los cubanos. Por eso, no deseaba ir a Cuba cuando el 18 de enero de 1896 Cánovas decide su nombramiento como capitán general de la isla. Sin embargo, era un soldado y, si le enviaban a una guerra, su deber era ganarla.
A principios de 1896 los patriotas cubanos tenían la guerra militarmente ganada. Desde que Weyler llegó, el escenario de la guerra cambió radicalmente y al comienzo de 1897, las fuerzas coloniales habían recuperado el control del centro y occidente de la isla.
A Weyler se le ha censurado severamente la táctica contraguerrillera de la reconcentración forzosa de los guajiros. En toda guerra se comenten excesos y esta decisión puede tener aspectos reprobables. Pero no se puede emitir un juicio imparcial sobre este hecho si no se tienen en cuenta los cánones de aquella guerra: el desconocimiento del terreno, las epidemias, el clima caluroso y húmedo y la táctica de guerrillas viperina que practicaban los rebeldes cubanos. El joven Winston Churchill, que sirvió como voluntario bajo el mando del general Suárez Valdés, se quejaba de aquella exraña guerra, fantasmal, contra un enemigo invisible que "no daba la cara". Además, se enfrentaba con un enemigo potencial más poderoso que los mambises: la política que impulsaba el imperialismo estadounidense, cuya prensa le cubrió de insultos influyendo en la opinión internacional y en la misma prensa española.
Los cubanos no tienen legitimidad moral para reprochar a Weyler la acción de la reconcentración ordenada en octubre de 1897, como lo ha hecho recientemente Raúl Castro, pues dicha táctica ya la habían practicado antes Antonio Maceo y su ejército de Invasión cuando devastaron Pinar del Río, impidieron la vida en el campo y gran parte de los campesios tuvieron que refugiarse en los pueblos y ciudades dónde estaban los españoles y la comida. Más cínica e hipócrita fue la crítica que sufrió de los americanos y su Gobierno, cuyo subsecretario de Guerra cursaba, dos meses después, el 24 de diciembre de 1897, al teniente general del Ejército norteamericano N.S.Miles, jefe de las fuerzas destinadas a llevar a cabo por la vía de hecho la intervención en Cuba, la siguiente comunicación que se comenta por sí sola: '...Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones y extremar el bloqueo con el hierro y el fuego para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica y mermen su ejército, que debe sufrir el peso de la guerra entre dos fuegos...'
El cese de Weyler por el gobierno de Sagasta dio paso en abril de 1898 a la intervención americana y a la ocupación de Cuba, que en cierto modo todavía permanece con el actual bloqueo propiciado por la Ley Helms Burton. Ello muestra el error tanto de Máximo Gómez, cuando decía "que no veía peligro de que Estados Unidos destruyera la nación cubana", como de José Martí, cuando creía poder impedir la expansión territorial estadounidense en América Latina. Paradójicamente, fueron los propios norteamericanos los que más tarde aplicarían sin contemplaciones los métodos de lucha contraguerrillera de Weyler.
Conviene recordar a las jóvenes generaciones de canarios que en febrero de 1878 Weyler fue nombrado a los cuarenta años capitán general de Canarias, donde realizó una labor sin precedentes:
En el ámbito militar impulsó las mejoras de las fortificaciones, el rancho de los soldados, la instrucción y el estado de los cuarteles y la construcción del edificio de la Capitanía General en Tenerife; amplió el fuerte de Almeyda, levantó el Hospital Militar, promovió la construcción del Gobierno Militar de Las Palmas, reformó el cuartel de San Francisco, logró algunas piezas modernas de artillería, y sustituyó los inútiles fusiles de las milicias provinciales.
En el ámbito político, impulsó la ampliación de los puertos de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, activó diversas obras públicas, ayudó a los ayuntamientos en el trazado y apertura de nuevas calles y avenidas, creó un cuerpo de bomberos y ayudó al establecimiento de varias líneas interinsulares. Iustrado y reformador, los canarios encotraron el él un valedor ante Madrid, de quien reclamaba constantemente mejoras que paliaran nuestro secular abandono, labor que continuó cuando en 1885 fue elegido senador por Tenerife. Fiel a su genio y figura, subió al Teide caminando con su Estado Mayor y séquito detrás, al igual que hizo cuando visitó El Hierro, en que marchó a pie desde La Estaca a Valverde, regresando al mar de las calmas en el sur donde embarcó de nuevo. Fue nombrado Hijo Adoptivo de Santa Cruz, que dió su nombre a una plaza, y por iniciativa de los ayuntamientos, Marqués de Tenerife. En una carta de adhesión que envió al acto de homenaje que el 9 de diciembre de 1900 los canarios residentes en Madrid tributaron a Galdós, decía: "Todo lo que sea canario fija mi atención, pues como Hijo Adoptivo no cedo mis derechos de cariño a los hijos naturales". No fue, pues, acertada la opinión que le mereció Weyler a nuestro admirado Nicolás Estévanez, ni justo el trato que éste le dispensó como ministro de la Guerra en el efímero Gobierno de Pi y Margall. Creo sinceramente que el general se ha hecho acreedor del respeto y el agradecimiento de todos los canarios. De Weyler se ha escrito el merecido juicio histórico siguiente:
'Astuto, inteligente, culto, incansable, y sin piedad en el combate. Un eficiente profesional de la guerra en una España caótica; un general de la Roma republicana en un país de generales golpistas. Un estratega en un ejército huérfano de ellos, que descubrió los principios contraguerrilleros que se aplicarían en todo el mundo durante el siglo siguiente. Indiscutible protagonista, en suma, de la historia militar española durante más de medio siglo'.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Viriato y el tambor del Bruch


Hace ya un tiempo Arturo Perez Reverte escribió en su caústica columna del Semanal, estas líneas, las traigo de nuevo por aquí ya que no tienen desperdicio. Además desde que le llamó a Moratinos perfecto mierda por llorar en su despedida, con el consiguiente escándalo, mira, me cae mejor.


Viriato y el tambor del Bruch.

Engañado he vivido hasta hoy. Resulta que Sagunto no fue una heroica resistencia de los iberos contra Cartago, sino el primer hito de la autonomía valenciana Resulta que Viriato no fue, cual rezan los antiguos textos de Historia de España, un pastor lusitano que combatió contra Roma, sino un adalid de la independencia de la ribera del Tajo. Resulta que Lope de Aguirre, ese espléndido animal que sembró de sangre y quimeras la ruta de El Dorado, no era un mitómano vascongado con toda la crueldad y la grandeza del alma hispana, sino un nativo de Iparralde Sur con grupo sanguíneo específico que inventó la puñalada en la nuca. Resulta que Jaime I el Conqueridor (como su propio nombre indica), no fue rey de Aragón sino de Cataluña, y que los almogávares vengaron a Roger de Flor saqueando Atenas y Neopatria bajo la bandera de la monarquía catalana, bandera que los aragoneses se han apropiado por la cara. Resulta que Rodrigo de Triana no era un sufrido y duro marinero de la española Andalucía, sino que el ceceo con el que gritó ¡Tierra a la vista! Se lo debía a su auténtica nacionalidad que era la bereber-andalusí. Resulta que, a pesar de las apariencias, Agustina de Aragón, Daoiz y el tambor del Bruch no combatieron en la misma guerra, sino en tres guerras distintas que no deben confundirse, a saber: la que los aragoneses hicieron contra Francia por su cuenta y sin consultar a nadie, la del centralismo madrileño contra el centralismo napoleonico, y la Cataluña de tú a tú contra otra potencia europea.
Los viejos y venerables textos ya no sirven de nada. Basta darse una vuelta por ahí, visitar cualquier museo o monumento histórico y pedir un folleto y escuchar al guía local, para comprobar hasta qué punto de aquí a poco tiempo no nos vamos a reconocer ni nosotros mismos. Nunca se ha manipulado tanto y tan impunemente como ahora, bajo el pretexto de borrar anteriores manipulaciones. Así entre tanto neohistoriador local y tanto soplador de vidrio están dejando la Historia de España, la que (a pesar de sus errores y lagunas) aprendimos en los libros y con tanto orgullo nos explicaron nuestros padres y nuestros abuelos, hecha un bebedero de patos.
Las bibliotecas siguen ahí, pero los libros se destruyen, se esconden y se reescriben según las necesidades del momento. Las huellas físicas se restauran a capricho, se borran las inscripciones inconvenientes y se sustituyen por otras más acordes a la nueva realidad histórica. Y cuando no existen, mejor. Así se pueden crear, sin problemas, símbolos centenarios encargados a artistas de diseño de moda que, si el presupuesto da para ello, pueden incluso, recubrirlos con la patina formal correspondiente para que den la impresión de haber estado ahí desde siempre.
La táctica no es nueva. Los apóstoles de la intolerancia, los grandes manipuladores de los pueblos y las banderas suelen recurrir a este eficaz sistema: el nazismo con la cultura europea, o el nacionalismo serbio en los Balcanes, sin ir más lejos. La Historia, la que se escribe con mayúsculas, ha sido siempre el principal objetivo, porque es el más molesto y lúcido testigo. Frente a los intereses locales, de tiempo y de situación, lo que une a los pueblos es la historia vivida en común: los asedios, las batallas, las gestas, las victorias, las derrotas, las esperanzas, las desilusiones, los héroes, los mártires, las iglesias, los castillos, las catedrales, los cementerios. Ésa es la espina dorsal, hecha de sufrimientos y de alegrías, de lucha y trabajo, de años y siglos, sobre la que se encarna el respeto, la convivencia, la solidaridad.
Sin Historia somos juguetes en manos de los bastardos que cifran su fortuna en llevarnos al huerto. Rotos del pasado y de la memoria, asfixiados el orgullo común ¿qué diablos queda? Sólo el escozor de las ofensas, qué también las hubo. Sólo desconfianza y miedo, resentimiento, y esa bilis amarga que nutre el alma de las contiendas civiles.
Sí. Manipular la Historia es aún más bajo y miserable que utilizar las armas de la etnia, o de la lengua, porque si estas apuntan al presente y futuro, lo otro va royendo todo aquello que hizo posible que ni etnias ni lenguas fuesen obstáculo para que diversos pueblos y naciones vivieran en paz y trabajasen juntos. Por eso me inspira tanto recelo y tanto desprecio esos aprendices de brujo, esos historiadores subvencionados y mercenarios que se venden, por treinta monedas de plata, a los caciques locales que les llenan el pesebre.