El primero "El caballero de Alcantara" de Sanchez Adaliz, escritor de "El cautivo" y "el mozárabe".
Es un libro fácil de leer, la accion transcurre con anterioridad a la batalla de Lepanto. Una historia de espías en la corte turca.
Sencillo, demasiado sencillo, hasta algo simplón, cómodo y entretenido, pero sin contenido, ni nada nuevo. La típica novela-histórica actual con ciertos clichés y mucha superficialidad.
Bien documentada en todos sus personajes, pero al final me ha dejado frío. Recomiendo leer algún otro antes que éste.
Con este libro, se cierra la trilogía que se inició con "Trafalgar" e "¡Independencia!". Francisco de Faria, sigue con sus visicitudes, tribulaciones y desencantos desde las Cortes de Cádiz, hasta la mismísima derrota de Napoleón en Waterloo.
En este libro, el protagonista deja entrever algo más su interior, acabando con una búsqueda de sí mismo.
Desde luego entretenida, engancha y por supuesto muy recomendable, tanto este libro como el resto de la trilogía.
Y un recuerdo al nefasto Fernando VII, culpable de muchos de los problemas que arrastró el país los siglos siguientes. Rey felón e indigno.
3 comentarios:
Por fín, una oportunidad de hablar sobre el más nefasto de los imbéciles que jamás haya podido ceñir la corona de España...
Fuese culpa de la pésima instrucción recibida por sus padres, fuese por su propia naturaleza de alimaña rastrera, Fernando VII fue un verdadero felón, un impresentable. Lo tenía todo: zafio, ignorante, cobarde, irresoluto, influenciable por la más asquerosa y corrupta chusma palaciega de su época (clérigos fanáticos, vividores, nobles pesebristas, lameculos, chupatintas...), hipócrita hasta límites vomitivos, incompetente, incapaz, putero, vividor y, si hacemos caso del descarnado pincel del gran maestro Francisco de Goya (al que nunca comprendió y a quien odiaba por su carácter liberal), feo como pegarle a un padre con un calcetín sudado.
Lo dicho: una joyita que fue en buena medida responsable del retraso endémico de un país anclado en el Antiguo Régimen mientras Europa caminaba con paso firme hacia la modernidad...
Y más, la hipocresía, la incapacidad, el despotismo, la ingratitud, la indecisión, la ignominia, el culpable en buena medida de todas las guerras civiles que vinieron tras su muerte.
Hubo malos reyes (en cierto modo todos los países se quejan de los suyos), pero éste fue pésimo, lo tenía todo.
Verás, Jesús, hay personajes históricos cuya figura está constantemente sujeta a revisión. En el caso del período que nos ocupa, Enrique Rúspoli (historiador contemporáneo) ha escrito notables páginas recuperando la figura de Manuel Godoy, tradicionalmente arrastrada por la historiografía hispana, que lo pintaba como un garrulo extremeño ignorante, amante de la reina María Luisa de Parma, corrupto, vendido a Napoleón y enemigo de la Iglesia. Rúspoli lo ha despojado de interpretaciones partidistas y ha mostrado en varias obras el carácter liberal y las ideas avanzadas del primer ministro de Carlos IV... Y así sucede con otros muchos personajes. ¡Hasta de Hitler se han llegado a encontrar rasgos positivos!, pues a pesar de su funesto paso por la Historia es muy cierto que sacó a Alemania de la miseria en que la había hundido el Tratado de Versalles y modernizó el país (bien que a costa de establecer un estado totalitario, policial y genocida, naturalmente).
Pero es que de Fernando VII es imposible hacer revisión alguna. Ni uno solo de sus actos parece aportar nada positivo a la Historia de España, máxime en un momento en que la política española exigía un cirujano con mano firme y bisturí de plata para diseccionar los restos del Antiguo Régimen y encaminar al país hacia el mundo contemporáneo. Y mientras Francia, Rusia, Italia, Bélgica o Grecia vivían días turbulentos de revolución burguesa e independencia, nosotros aquí estábamos con Fernandito metiendo en la cárcel a los liberales al frente, con los meapilas ignorantes gritándole "¡Vivan las caenas!" como gilipollas mientras Goya, asqueado, tenía que exiliarse a Burdeos y el rey felón nos arrastraba a una guerra civil...
Vamos... Lo del Cid: "Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor"
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