lunes, 27 de abril de 2009

Redención en metálico.

Esto que hay aquí, es documento histórico de primera magnitud.
De cuando se podía uno librar del servicio militar con un pago en metálico, incluso en algunos casos se permitió enviar a un sustituto previo pago.
En su día una de las luchas de la igualdad, consistió en el logro del servicio militar obligatorio, para todo el mundo, sea cual fuera su cuna o economía. Para evitar que la juventud con menos poder adquisitivo se desangrara por los yermos africanos, mientras otros jóvenes privilegiados pasaban las tardes en los cafés y paseando con las señoritas.
Hoy con "la mili", siendo un recuerdo, todo se ve lejano y ajeno, pero en su día el servicio militar obligatorio fue un logro social, celebrado por los sectores más progresistas del pais.

Algo de historia al respecto:

"Tras la Restauración de 1875 se promulgaron sucesivamente hasta cuatro leyes de reclutamiento y reemplazo del ejército --en 1878, 1882, 1885 y 1896-- con un denominador común: desarrollar el principio de formación de reservistas esbozado en 1867, pero conservando los excedentes de cupo y las fórmulas de sustitución y de redención en metálico.
El tiempo de servicio --cuatro años en filas y otros tantos en primera reserva o reserva activa-- se redujo a tres en cada una de estas situaciones a partir de 1882. Los excedentes de cupo, llamados también reclutas disponibles, formaron una segunda reserva durante ocho o seis años respectivamente.
La sustitución se restringió poco a poco con el tiempo. En 1878 sólo se permitió a parientes hasta de cuarto grado y, a partir de 1882, únicamente entre hermanos.
Para los destinados en ultramar esta limitación no se aplicaba.
Mientras la sustitución no fue restringida a los lazos familiares, fue práctica usual el obtener el concurso de un sustituto mediante el abono de una cantidad de dinero.
Que la sustitución --como la redención-- fuese un medio de librarse de los riesgos de la guerra no puede imputarse a un solo país. En los Estados Unidos, por citar un caso, en plena Guerra de Secesión (1861-1865), el precio del sustituto en la Unión era de 1.500 dólares y en los confederados, de 600 dólares.
La redención en metálico por el pago de 2.000 pesetas fue reducida a 1.500 a partir de 1882, pero sólo para los destinados en la península.
El número de redimidos se mantuvo en tiempos de paz siempre en unos niveles aceptables, pues el redimido sólo acudía a este recurso después del sorteo y cuando estaba incluido en el cupo del servicio en filas.
Pero en el período 1895-1898, con motivo de la Guerra de Cuba, cuando se movilizaron reemplazos ya licenciados y se llamaron a excedentes de cupo, el número de redenciones en metálico se incrementó rápidamente.
Así, por ejemplo, si los redimidos en los años anteriores al conflicto había sido de 4.881 en 1891, 4.650 en 1892, 5.267 en 1893 y, en 1894, subió a 9.557 con motivo de la campaña de Melilla.
En 1895 se elevó a 17.890 para aumentar en los años siguientes a 21.374 en 1896, 17.800 en 1897 y 23.284 en 1898.
Al año siguiente (1899), disminuyó a 8.173.
Otro factor es el aspecto económico de la redención en metálico.
En 1886 se suprimió el Consejo de Redenciones y sus fondos pasaron a Hacienda. Hasta entonces, el Consejo había empleado parte de esos ingresos en cubrir los gastos provocados por los enganches y reenganches y cierto número de atenciones militares. Así, ese año entregó a Hacienda aproximadamente 80 millones de pesetas. A esta cantidad hay que añadir los ingresos por el mismo concepto en años sucesivos y que, por ejemplo, en 1899 sumarían --con el cálculo, por lo bajo, de 1.500 pesetas por cada redención-- más de 400 millones de pesetas de la época. En 1891, el ministro de la Guerra había presentado a las Cortes un proyecto de ley con la supresión de la redención y la sustitución, considerados injustos no sólo por la opinión pública sino también por el propio Ejército desde mucho tiempo atrás.
Pero no fue hasta 1912 en que una nueva ley de reclutamiento hizo desaparecer estos privilegios. "

2 comentarios:

Herodoto dijo...

Gran artículo, Jesús, muchas gracias...

Un detalle interesante:

¿Sabías que Santiago Ramón y Cajal, el eminente neurólogo y premio Nobel de Medicina en 1906, pudo librarse del servicio militar en la guerra de Cuba por redención en metálico (su padre, cirujano en la Facultad de Medicina de Zaragoza, estaba dispuesto a pagarla) y no quiso, prefiriendo pasar penurias en la manigua cubana para conocer esas tierras, hacer fotografías (arte del que fue un verdadero experto y pionero) y servir a su rey? Volvió a España enfermo de tuberculosis y se curó de milagro...

Mariano el Malo dijo...

Consulto con frecuencia periódicos de esa época (la biblioteca virtual de prensa histórica es una maravilla) y siempre me llaman la atención los anuncios que aparecen de "agencias" que se dedican a redimir del Servicio Militar. Tus explicaciones me permiten saber mejor por donde iba la cosa, gracias.