ROSA. ROSAE...

Este viernes tuvimos una celebración muy emotiva, ya tendré tiempo de referirme a ella, ahora contaré una pequeña anécdota que me hizo recordar y pensar.

Allí me saludó de una manera muy cariñosa y amable la que fue mi profesora de latín de 2º de BUP.

A mi no me gustaba el latín, iba a elegir ciencias en 3º y esta era una asignatura oblgatoria que yo consideraba una "María", es decir una asignatura sin importancia ninguna. Pero mi profesora claramente no compartía esta visión conmigo.

El latín me parecía lo que se decía de ella, una lengua muerta, varios meses después de empezar con las clases si no hubiera estado muerta, la hubiera matado yo, a la lengua, obviamente.

No me apliqué demasiado y acabé con clases de refuerzo con Don Pío el entonces parroco de San José.

Recuerdo perfectamente una conversación que tuve con esta paciente profesora, ella me decía si yo no quería aprender latín, y yo le contesté con toda la ignoracia y soberbia que mi adolescencia me permitía, que yo lo que quería era aprobar la asignatura, sin importarme si aprendía o no, pues cuando hubiera aprobado, me olvidaría completamente del latín y no volvería a utilizarlo en toda mi vida.

Craso error. Error con mayúsculas, resulta que aunque mi formación posterior y mi vida profesional han ido por unos derroteros que efectivamente no han vuelto a tener nada que ver con el latín, en Fidelis Regi, manejamos textos en latín, hacemos muchas veces traducciones del latín al castellano y viceversa y estamos en contacto con esta lengua, a un nivel pequeño, por no decir infimo, pero como nunca pensé que lo tendría.

Así que cuando me saludó esta profesora, me vino a la cabeza aquella máxima de que en el bagaje cultural lo que te perjudica es lo que no sabes, y que después de 23 años, tenía que decirle que en esa conversación, ella tenía razón.