Días ha que vigilo desde esta puerta de Daroca.
Cada día miro al horizonte buscando entre las primeras luces del alba el regreso de las armas de Marcilla. Día tras día, desde hace al menos tres años, pero Diego Martínez de Marcilla no regresa a Teruel.
Doña Isabel reza con fervor en la Iglesia de Santa María de Mediavilla o en la de San Pedro o del Salvador. Reza por él, porque cumpla su promesa y regrese con bien de aquellas batallas, de las que tan terribles noticias nos llegan. Teme que Diego haya muerto, pues nadie ha sabido darle noticias del joven turolense, aunque algunos dicen que lo vieron en medio de la brega, se lo imagina tendido sin vida en el campo de batalla, que acaso cayera herido cuando tanta resistencia opuso a la morisma y que acaso estuvo desangrándose de sus heridas, solo, desamparado, sin un corazón amante a su lado para recoger sus últimos suspiros.
Mañana vence el plazo, Doña Isabel ha prometido a su padre desposarse con el señor de Azagra, pues perdida es toda esperanza.
En señor Tenente con motivo de la boda de su hermano ha encargado grandes fastos, ha invitado a notables de todos los reinos cristianos y va a celebrar por todo lo alto los esponsales del Azagra y la de Segura.
La ciudad de Teruel se engalana para los esposos y los visitantes que compartan con ellos tan señalado día. Diferentes huestes y mesnadas, acompañando a los señores y ricoshombres, montarán sus reales alrededor de la ciudad para participar de la ceremonia y la celebración posterior con los notables de la ciudad. Se rumorea que el propio rey Don Jaime vendrá a felicitar al Tenente por las nupcias de su hermano.
Nada, sigue sin aparecer…desde aquí se puede escuchar el jolgorio y el regocijo de la gente, las risas y bromas, las chanzas y la música… quizás sea mejor así, que Diego de Marcilla no regrese jamás, que Isabel de Segura se despose con tan notable señor y que la vida siga por estos derroteros… aunque el destino, el azar, es caprichoso… no quisiera ni pensar que pasaría si el Marcilla regresara y descubriera a su amada casada con otro…
Cada día miro al horizonte buscando entre las primeras luces del alba el regreso de las armas de Marcilla. Día tras día, desde hace al menos tres años, pero Diego Martínez de Marcilla no regresa a Teruel.
Doña Isabel reza con fervor en la Iglesia de Santa María de Mediavilla o en la de San Pedro o del Salvador. Reza por él, porque cumpla su promesa y regrese con bien de aquellas batallas, de las que tan terribles noticias nos llegan. Teme que Diego haya muerto, pues nadie ha sabido darle noticias del joven turolense, aunque algunos dicen que lo vieron en medio de la brega, se lo imagina tendido sin vida en el campo de batalla, que acaso cayera herido cuando tanta resistencia opuso a la morisma y que acaso estuvo desangrándose de sus heridas, solo, desamparado, sin un corazón amante a su lado para recoger sus últimos suspiros.
Mañana vence el plazo, Doña Isabel ha prometido a su padre desposarse con el señor de Azagra, pues perdida es toda esperanza.
En señor Tenente con motivo de la boda de su hermano ha encargado grandes fastos, ha invitado a notables de todos los reinos cristianos y va a celebrar por todo lo alto los esponsales del Azagra y la de Segura.
La ciudad de Teruel se engalana para los esposos y los visitantes que compartan con ellos tan señalado día. Diferentes huestes y mesnadas, acompañando a los señores y ricoshombres, montarán sus reales alrededor de la ciudad para participar de la ceremonia y la celebración posterior con los notables de la ciudad. Se rumorea que el propio rey Don Jaime vendrá a felicitar al Tenente por las nupcias de su hermano.
Nada, sigue sin aparecer…desde aquí se puede escuchar el jolgorio y el regocijo de la gente, las risas y bromas, las chanzas y la música… quizás sea mejor así, que Diego de Marcilla no regrese jamás, que Isabel de Segura se despose con tan notable señor y que la vida siga por estos derroteros… aunque el destino, el azar, es caprichoso… no quisiera ni pensar que pasaría si el Marcilla regresara y descubriera a su amada casada con otro…
2 comentarios:
No fastidies, si no viene... nos quedamos sin fiestas!
Jajajaja, está claro, pero a los amigos de Diego se nos hace duro, ver como cada año vuelve a sufrir con su amada, igual los año bisestos podíamos hacer un final diferente, del tipo de y fueron felices y comieron perdices :) :)
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