Miguel de Unamuno fue una eminencia, un pensador, acuñó frases que que han quedado para siempre en nuestro acerbo cultural, como aquella de : "Venceréis, pero no convenceréis".
En definitiva, una figura mucho, muchísimo más grande, de lo que esta somera descripción pueda indicar.
Una obsesión que persiguío a Unamuno fue la existencia de Dios, marcó parte de su obra y de su vida.
Dejo aquí un poema escrito por él que intenta explicar su infructuosa búsqueda.
La oración del ateo
(Miguel de Unamuno)
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.
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