Isabel de Segura
"Mi bien, perdona
mi despecho fatal. Yo te adoraba.
Tuya fuí, tuya soy: en pos del tuyo
mi enamorado espíritu se lanza.
(Hartzenbusch, "Los Amantes de Teruel")
Ay, Isabel; el beso que se niega
puede hacerse puñal irrevocable;
matar por omisión es tan culpable
como hacerlo al calor de la refriega.
Tanta fidelidad…Si en esa entrega
no va tu corazón, si el indudable
objeto de tu amor no es negociable,
si es tu enlace designio de estratega….
Diego cerró sus párpados, sin vida,
por esa honestidad malentendida
que a cada puerta impone cerradura.
Y ¿a qué fin, Isabel, si al otro día
tu propia vida se desvanecía
al borde de su abierta sepultura?
Los Angeles, 26 de diciembre de 2005
Soneto Nº 1394, de Francisco Álvarez Hidalgo
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