miércoles, 17 de junio de 2015

Ad Montem Festinamus (III).

En esta ocasión nuestros compañeros de Fidelis y amigos, realizaron el primer tramo del camino de Santiago aragonés.
Algunas de las fotos de aquella jornada.





martes, 16 de junio de 2015

Los Amantes y la poesía: Eterna promesa


ETERNA PROMESA.

 

Una ciudad de amables moradores

de montes rodenos y verdes pinos

donde unos jóvenes duermen mohínos,

con ajuar de piedra por sus errores.

 

Eterna promesa de unos amores.

Tejidos en la rueca, sus destinos,

pero tan terrible fueron sus sinos,

que tras siglos nos llegan sus rumores.

 

Amantes, queridos y recordados,

desdichas y romances que se evocan,

cuando la muerte ganó la partida.

 

En su postrero tálamo enterrados,

manos que se buscan  y no se tocan,

condena, por la promesa incumplida.



Enviada el día 13 de abril.

©Jesús J. Jambrina

Esta poesía la presenté al apartado de Soneto, el LIV Certamen de poesía Amantes de Teruel.
Como ya ha  salido el fallo del jurado y no he sido el ganador, lo traigo por aquí.

 

lunes, 8 de junio de 2015

Convocatoria IX Encuentro de Grupos de Recreación Castillo de Peracense 1215/2015

Convocatoria IX Encuentro de Grupos de Recreación Castillo de Peracense 1215/2015


LA CRIDA DE PERACENSE

¡Oíd, oíd todos!
 
¡Barones del reino, infanzones y mesnaderos de toda la frontera, pero también cuantos hombres de prez y valor pobláis las riberas del Jiloca, oíd! ¡Escuchad cuanto que deciros tiene este escribano del Castro y Villa de Perancese, pues por mi boca habla nuestro muy honrado señor, don Sancho de Antillón, y por la suya habla el bien del reino! ¡Oíd, pues!

Todos sabéis que a fines del pasado año, contado como el 1214 desde el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el pequeño infante, don Jaime, fue jurado en Lleida como hijo y sucesor de nuestro amado rey don Pedro, de buena memoria y a quien Dios. a pesar de todo, tenga en su seno. Es ahora, pues, don Sancho, conde del Rosellón, quien detenta la Procuraduría General del Reino de Aragón y aragoneses y catalanes le dimos, para bien de todos, buenos y probados consejeros que le ayudaran en su labor. Y estos buenos hombres, enterados de que el Apóstol ha convocado concilio de todos los santos varones de la Santa Madre Iglesia en San Juan de Letrán, han resuelto enviar embajada a Roma que reclame la corona para don Jaime y el cuerpo de don Pedro para que podamos darle el honroso y debido sepelio que merece, que nuestra cumplida venganza ya vendrá después. Y tan importante es esta que embajada que, Incluso uno de aquellos consejeros reales, don Ximén Cornel, hallándose vacías las arcas reales, ha puesto las libras jaquesas necesarias para armar galera y financiar la embajada entera…


Pero, en tanto esto llega a su buen fin, también sabéis que son muchas las jaurías de alimañas que atraviesan el reino y buscan su provecho en nuestra actual debilidad; incluso alguna de ellas está dirigida por un lobo mitrado de sangre real, disfrazado de cordero, con cado y lobera en las faldas de Montearagón.
Por eso, es llegado el momento, dice mi señor y así se lo ha pedido que haga pública crida el Consejo Real, de que todos cuantos servís al honor de la casa de Aragón en estas tierras, acudáis a recogeros tras los rojos y firmes muros de nuestro Castillo, muro de la frontera, honra y prez del reino.
Venid pues. Venid con nosotros, con toda vuestras mesnadas y compañías o solo con vuestras armas solas: espadas, lanzas, caballos o ballestas. Venid con vuestro probado valor y sirvamos todos al que ha de ser nuestro señor rey, nuestra espada y nuestra justicia.
Y mientras así llegáis, a mí me toca inventariar y dar fe ―bien que me lo ordena don Sancho de Antillón, mi señor y por quien detento el oficio― de cuanto en los almacenes y armerías del castillo se guarda y puede proveer y bastir a la causa de don Jaime y de la verdad. Y en ello me hallo, registro a registro y renglón a renglón. Nada dejaré de anotar ni de, cumplidamente, reseñar para que nada se olvide, surta el efecto que debe y cumpla el fin previsto.
¡Venid, pues, y os honraréis! ¡Venid al Castillo de Peracense y, todos juntos, defenderemos frontera y tierra! ¡Venid al Castillo de Peracense y, unidos, sostendremos reino y corona! ¡Venid!
 
 
Dado en el Castillo de Peracense, en las nonas de mayo del año del Señor de mil doscientos quince, por mandato del señor de Antillón y mano mía, Blasco, su escribano y notario.